12 de noviembre de 2011

JUAN BELMONTE, MATADOR DE TOROS

Libro:        JUAN BLEMONTE, MATADOR DE TOROS (1935)
Autor:       Manuel Chaves Nogales (1897-1944)
Edición:    Libros del Asteroide

Uno de los mejores libros de los leídos este año, puede que del que más he disfrutado. Muy recomendable para los aficionados a los toros y también para los que no lo son, como no lo era el propio autor de la biografía.

Chaves Nogales, parece que escribe este libro a raíz de una entrevista que realiza a Juan Belmonte por el interés que le despierta este personaje salido de una familia pobre de Triana más que por su nula afición a la tauromaquia. Tras las primeras páginas, se confunde que es opinión de Chaves Nogales y que es relato de Juan Belmonte, y la biografía pasa a ser contada de forma novelada en primera persona.

El libro relata desde la infancia del matador de toros hasta la República cuando ha triunfado y es un nuevo terrateniente. Nos cuenta como se aficiona a los toros como “torero de salón” para entretener a los señoritos y turistas por las plazas de Sevilla, como empieza a colarse en las fincas para hacer “la luna” y como el acoso de la Guardia Civil les lleva a robar unos faroles para poder torear en las noches cerradas cuando la Benemérita no vigilaba tanto los caminos; sus comienzos por las fincas andaluzas con diversos promotores y altercados:

“Me llevaron a la enfermería. Como no había más torero que yo, se suspendió la corrida hasta que me curasen. Caí en manos de un cirujano expeditivo, que se aplicó a la previa desinfección de la herida por un inusitado procedimiento. Mandó traer una botella de gaseosa, que se empinaba para coger unas grandes buchadas, con las que me espurreaba la cara. Después de espurrearme bien la herida y todo el rostro con aquel líquido dulzón y pegajoso, mezclado con sus babas, consideró que la desinfección era perfecta, y procedió a curarme. Le trajeron una aguja de coser sacos, con su ancha punta doblada; me levantó la piel caída del colgajo, unió los bordes y me los cosió como quien cose una estera. Me dejó una cicatriz innecesaria para toda la vida.”

Sus primeros triunfos:

“El Juan Belmonte de aquel tiempo era una creación mítica de sus paisanos. Yo era lo que ellos querían: bueno o malo, valiente o cobarde, feo o guapo, simpático o antipático, según querían la imaginación y el fervor de aquellos millares de seres que hacían de mí el objeto de sus discusiones y apasionamientos, de su capacidad para elaborar leyendas y hasta de lírica inspiración. Lo que después ha ganado mi popularidad en extensión lo ha perdido en intensidad.”

Los primeros increíbles viajes a América antes de la Primera Guerra Mundial:

“Nueva York no me gustó. Demasiado grande y demasiado distinto. Ni aquellas simas profundas eran calles, ni aquellas hormiguitas apresuradas eran hombres, ni aquel hacinamiento de hierros y cemento, puentes y rascacielos eran una ciudad. Va un hombre por una calle de Sevilla pisando fuerte para que llegue hasta el fondo de los patios el eco de sus pasos sonoros, mirando sin tener que levantar la cabeza a los balcones, de donde sabe que le miran a él, llenando la calle toda con sus voz grave y bien entonada cuando saluda a un amigo con quien se cruza: <<¡Adiós, Rafaé…!>>, y da gloria verlo y es un orguyo ser hombre…”

Siendo Juan Belmonte el creador del toreo moderno en corto, debido a la poca potencia de los faroles que robaron según él argumenta, también están muy bien las breves explicaciones sobre su arte:

“Se regía entonces el toreo por aquel pintoresco axioma lagartijero de <<Te pones aquí, y te quitas tú o te quita el toro>>. Yo venía a demostrar que esto no era tan evidente como parecía: <<Te pones aquí, y no te quitas tú ni te quita el toro si sabes torear>>.”

Me inquieta esa imagen de antes de Belmonte, con el toro arrancando de largo en una plaza sin quirófano ni penicilina… Supongo que por no aburrir a los no-taurinos, Chaves Nogales reserva para el final un magnífico epílogo en el que ya se detalla la “teoría del toreo” de Belmonte.

Un genial libro para disfrutar. Una amiga cuya lengua materna no es el español, me comentó que había sido un libro divertidísimo, en el que además, había visto más palabras nuevas que en ningún otro.

Don Curro.


La misma editorial, que está publicando una excelente colección (Historias de Pekín, Adiós, Hasta Mañana, Los Días Contados, No se lo Digas a Alfred…), ha publicado otro libro del mismo autor que pinta igual de bien: El Maestro Juan Martínez que estaba Allí, otra biografía sobre las tristes peripecias de un bailaor flamenco, que al huir de la Gran Guerra, llega a Rusia justo antes de la Revolución en donde queda atrapado.

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