15 de noviembre de 2011

REHABILITAR MADRID (2ª parte)

2ª parte: Desarrollo intermedio del edificio.

a)     Muros de carga:

Los muros de carga, en cuanto a la fábrica de ladrillo, por lo general, no presentan un mal estado, salvo en los arranques de planta baja, en el entorno de los cuartos húmedos y en la coronación bajo los canalones. También pueden presentar diversas fisuras o grietas verticales, que inicialmente no preocupan para la estabilidad del edificio, pero que sí conviene vigilar, son meras juntas constructivas que se han formado de manera natural.

Es poco habitual que debido a la humedad se haya degradado tanto el mortero de las juntas del ladrillo que sea necesaria su reconstrucción, esto, de ocurrir se localizará en los arranques donde están sometidos a mayor presión. En este caso, se deberán apear los forjados que cargan sobre el muro, acodalar las ventanas con unos marcos rígidos interiores y proceder a la reconstrucción del muro por tramos de no más de 150 cm. de largo. Puede ayudar a esta operación la previa disposición de unos durmientes si los tramos del muro próximo están en buen estado; en función del muro se pueden colocar a una o a dos caras y siempre hacer los números previos sobre la presión que vas a aumentar en la zona sana.

En el resto de los casos, para la restauración de los muros bastará con picar las juntas de mortero que se encuentren desechas y rejuntar la fábrica de ladrillo con un mortero de cal transpirable y casi seco para evitar retracciones. Aunque se haya deshecho un poco el mortero interior del muro, no por ello ha perdido su capacidad portante siempre que quede bien acodalado dentro del muro. También será necesaria la sustitución de alguna pieza cerámica puntual.

El cosido de las fisuras y grietas se podrá hacer una vez se compruebe que están estables. Es conveniente extraer todos los ladrillos del entorno de la patología para luego reconstruir la zona enjarjando bien las piezas y evitar el uso de materiales metálicos, ya que si pueden mejorar el comportamiento por su elasticidad, una vez se oxidan y aumentan su volumen, harán más daño del inicial.

Para el nuevo revoco de las fachadas, de no ser de ladrillo visto, es recomendable usar un mortero pobre que tenga poca retracción y sea más elástico, menos frágil. Una buena proporción de la mezcla entre el aglomerante y la arena es de 1:5 o 1:6, de los cuales, la parte de aglomerante se puede dividir en 2 partes de cal y 3 de cemento blanco; la arena debe de ser de río, pero con un poco de arcilla, lo que le da al mortero cierta elasticidad y un tono ocre natural. Por supuesto, no es necesario pintar este tipo de revoco.

b)     Entramado de madera de los muros:

Los edificios antiguos disponen de un entramado de madera embebido en sus muros de ladrillo que son los encargados de dotar a la estructura de cierta elasticidad así como de facilitar la transición entre los forjados y el muro.

Mientras, como he comentado, los muros de carga de ladrillo (o piedra son los menos) se mantienen sin daños graves después de décadas, los entramados de madera sufren múltiples patologías, básicamente debidas a la pudrición por humedad y a ataques de xilófagos (carcoma, termita, gusanos...)

Las primeras se pueden localizar fácilmente en los sitios en los que pueda almacenarse el agua dentro de la estructura: proximidad a cuartos húmedos, a las bajantes empotradas, bajo los canalones, balcones volados, etc. Prácticamente sin excepción, en estos puntos la madera aparecerá negra, podrida por la humedad, en los peores casos incluso habrá perdido materia.

Las segundas, o se encuentran por casualidad durante la rehabilitación, o son localizadas gracias a un fallo estructural local: fisuras o grietas que dibujan el elemento de madera afectado.

En todos los casos, la solución pasa por eliminar la causa de la patología y posteriormente extraer el elemento de madera dañado, previo apeo, y reconstruir el hueco dejado mediante las siguientes opciones:
-          Ejecutar una pequeña zapata de hormigón armado de apoyo si el elemento afectado es un pie derecho que sólo se encuentra afectado en su arranque y se pretende minimizar el impacto de la intervención cortando esa zona baja.
-          Rellenar el hueco dejado por un pie derecho con fábrica de ladrillo enjarjada con el muro existente si no se puede garantizar que la humedad no vuelva a surgir en un futuro.
-          Recolocar otro elemento similar al extraído, o de madera (preferiblemente laminada) o compuesto por un perfil metálico. En ambos casos, se debe garantizar la independencia del nuevo pie derecho, diagonal o durmiente de la fábrica de ladrillo para que no aparezcan futuras fisuras por los movimientos o vibraciones del entramado. Pero el problema difícil de solventar es cómo hacer que el nuevo elemento trabaje solidariamente con la estructura existente; para esto, es mejor imitar las soluciones constructivas antiguas, que confían la transmisión de cargas al correcto diseño geométrico y no a tacos metálicos o productos químicos como las resinas.

Un caso poco corriente pero llamativo, es la combustión de la madera sin llama, se produce en el interior de los muros próximos a una fuente de calor sin aislar como son las cocinas antiguas. Aquí, la madera se consume por un fuego latente sin oxígeno, y cuando se descubre el entramado, aparece totalmente carbonizada.

c)      Soportes metálicos:

En los edificios antiguos son generalmente de hierro. No suelen presentar daños más allá de una oxidación superficial por lo que su reparación pasará por el lijado de su superficie y la aplicación de una nueva protección.

d)     Forjados:

Los edificios antiguos disponen de forjados de viguetas de madera y entrevigado cerámico mientras que los más actuales de viguetas metálicas y también entrevigado de madera. Es muy normal encontrarse forjados que ya han sido sustituidos con anterioridad por un colapso de la estructura en el pasado.

Las patologías que sufren estos elementos estructurales son las mismas que las descritas para los entramados de madera de los muros; lo único destacable es que a veces se encuentran forjados reconstruidos con viguetas metálicas, que al no haberse solucionado la fuente de la humedad, aparecen completamente oxidados o corroídos tras pocos años de servicio.

Para repara los forjados, como siempre la primera medida consistirá en apear la zona afectada, luego se procede a picar los acabados y los entrevigados para poder observar el alcance de los daños. Una vez visto, se puede optar por varias soluciones:
-          La más sencilla: sustituir las viguetas dañadas completamente por otras de madera o metálicas.
-          La más compleja: cortar la zona dañada del elemento y prolongar esta vigueta hasta el durmiente de apoyo. En el caso de tratarse de forjados metálicos es relativamente sencillo ya que se pueden soldar nuevos perfiles a los laterales de la vigueta existente garantizando la solidaridad entre ambos mediante un solape. En el caso de tratarse de forjados de madera, también se deberán solapar las prolongaciones con la vigueta de madera, mediante dos perfiles metálicos, uno a cada lado, unir estos mediante pasadores abrazando la madera y garantizar la unión por la presión al tensar los pasadores.
-          Si el daño de la vigueta afecta exclusivamente a la cabeza de apoyo de la misma y el resto de su desarrollo está sano, se puede optar por ampliar el apoyo de la vigueta duplicando el durmiente; siempre que las condiciones geométricas de la estancia lo permitan.

e)      Instalaciones:

Raro es que alguna esté bien, especialmente las relativas a la fontanería; como mucho encontraremos alguna bajante sustituida porque ya haya dado problemas y la fontanería de los pisos reformados en buen funcionamiento pero también se pueden encontrar viviendas con las tuberías originales, de hace más de medio siglo, soltando agua poco a poco.

Al igual que ocurría con el saneamiento, lo más urgente es sustituir la red de fontanería y de evacuación antigua que es la que genera gran parte de los problemas de humedad que arruinan la estructura. En lo relativo a las bajantes, si es posible sacarlas a la fachada del edificio o a los patios, es preferible a mantenerlas empotradas tanto por mantenimiento como por facilidad a la hora de detectar las futuras fugas.

En cuanto a la instalación de electricidad, estará completamente fuera de normativa, pero no por ello hay que adaptarla. Lo importante es comprobar lo que incumple la instalación en lo relativo a la seguridad: los antiguos cuadros situados en las zonas comunes, la falta de protecciones eléctricas, etc.

Si hablamos de la instalación de protección contra incendios: con toda probabilidad será inexistente. Así que conviene hacer un mínimo: instalar unos extintores y una iluminación de emergencia.
 
Don Curro.
Rehabilitar Madrid III.

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